Autora: Pepa Campos
A lo largo de mi trayectoria profesional he aprendido a valorar lo que hubo y a construir a partir de lo que hubo. He aprendido a que lo más importante que nos dieron nuestros padres fue la vida y a agradecérsela y que nuestra grandeza, fuerza y plenitud está en agradecer lo recibido y aprender a construir lo que falta, hasta que nos sintamos a gusto en nuestra piel y en nuestra alma.
Mi padre real fue un hombre que me dio lo que pudo. Él era alcohólico y padecía un trastorno bipolar, desde que yo nací año si año no estaba internado en el psiquiátrico durante meses hasta que el médico consideraba que ya estaba bien para volver a la vida cotidiana o él se escapaba.
Los recuerdos más gratos que tengo de la relación con él son:
– Una noche ya tarde alrededor de las doce y creo que veníamos del teatro; a mi padre le encantaban las folclóricas Mari Fe de Triana, Juanita Reina y compañía. Pues esa noche de vuelta a casa los tres mi madre, mi padre y yo nos paramos en los Jardines de María Cristina, donde hay unos toboganes y nos pusimos los tres a jugar como tres niños, yo tendría aproximadamente entre tres y cinco años. No había nadie en la calle; estábamos los tres solos disfrutando del juego, de nosotros mismos y de la relación de cada uno con los otros dos. Ahí éramos una familia feliz.
– Otro recuerdo es un pellizco suave y cariñoso que me daba en la mejilla mientras me decía:”mi niña”.
– Cuando estaba en el psiquiátrico y sabía que yo lo iba a visitar, a veces me esperaba con una caja de zapatos, con un pajarito dentro que se había caído del nido de algún árbol. Y a mí me encantaba el regalo.
– A veces, cuando esta fuera del psiquiátrico y trabajando, cuando venía a medio día a casa a comer me traía chuches o un helado. Y yo siempre lo esperaba con ganas; pero a veces se olvidaba y para mí era una gran decepción. Creo que esas veces coincidían con momentos en los que ya no estaba bien.
– A mí me gustaba verlo cuando estaba acicalado y olía muy bien. Entonces cuando me acercaba a darle un beso, me encantaba su olor a limpio.
Otras figuras masculinas importantes en mi vida han sido:
– Un tío mío, a él le gustaba preguntarme conceptos de matemática, qué es una circunferencia, qué es un círculo, qué es una recta, qué es una línea quebrada… Y a mí me encantaba contestarle porque me lo sabía todo y ahí sentía yo, que se paraba el tiempo y estábamos sólo él y yo. Él para preguntarme y yo para contestar sus preguntas. Ahí me sentía figura y no fondo, como casi siempre me sentía. Creo que este tío mío hizo una función motivadora y desempeñó la función de amor condicional del padre, en el sentido alentador del desarrollo de mis potencialidades. A él le gustaba preguntarme y se lo pasaba bien, yo lo veía en su rostro y a mí contestarle y que me prestara atención.
- Mi abuelo materno, él me llamaba Pepita si quería algo de mí y Pepa si estaba enfadado conmigo. Ahí aprendí el utilitarismo. Ser útil para el otro. Servir al otro. Él era muy respetado en el pueblo, tenía mucha autoridad y él admiraba la cultura, ahí es donde miraba él, a la cultura y ahí fue donde me puso yo, a adquirir cultura. Mi abuelo representaba la función admirativa de la que habla Claudio Naranjo en sus tres amores, el amor del padre, el amor de la madre y el amor d
- En la adolescencia otra figura masculina importante para mí fue un primo que era unos quince años mayor que yo y que siempre estaba presente para ayudarnos cuando había dificultades en mi casa. Creo que en esta época el desarrollaba las funciones de padre cuidador y solucionador, incluso de mi padre biológico.
El primer hombre en la vida de una mujer es su padre. En el contacto con él se van desarrollando los siguientes aspectos:
- Se va fraguando la forma de relacionarse con los hombres posteriormente:
- Si te has sentido respetada por tu padre, esperarás respeto de los hombres y en caso contrario lo exigirás o abandonarás la relación.
- Si te has sentido humillada, maltratada, abusada; podrías considerar que ésta es la forma normal de relación y seguir buscándola posteriormente en tu vida, si no pones conciencia.
- Si en la relación con él has sentido que tú le importabas, que él disfrutaba compartiendo el tiempo contigo, que tu presencia, tu mirada y tu palabra eran significativas para él. En las relaciones posteriores con los hombres, esperarás que se de esto y en caso contrario; preguntarás qué pasa y si no hay respuesta y/o cambio, te irás.
- Si te has sentido mirada por él con orgullo, con admiración y si ha piropeado tu gracia y tu belleza, aprenderás y sentirás lo valiosa y bella que eres en cualquier sentido y se irá fraguando en ti una gran solidez interna. Esto se ve muy bien en la película argentina “La luna de Avellaneda”. Donde el padre mira con arrobo, admiración y emoción la actuación de su hija en una obra teatral del colegio de final de curso.
2. Se va gestando la forma de relacionarte contigo misma:
- Si tu padre te pregunta por lo que tú quieres, lo que tú piensas y lo que tú sientes y te escucha y lo respeta. Y si él considera que algo de lo que piensas, sientes o quieres es dañino para ti y te lo hace ver con razonamientos y cuidado. Tú aprenderás a escucharte a ti misma y a valorar cuidadosamente tus pensamientos, tus sentimientos y tus deseos.
- Si te sientes cuidada por él aprenderás a cuidarte a ti misma.
- Si te sientes respetada por él aprenderás a respetarte a ti misma.
- Si te sientes valorada por él aprenderás a valorarte a ti misma.
- Si te sientes admirada por él aprenderás a admirarte a ti misma sin caer en el egotismo.
- Si te sientes mirada por él amorosamente, aprenderás a mirarte amorosamente, etc.
Osho en su libro “El libro del hombre” nos cuenta como la institución paterna es algo inventado por el hombre. Él dice que la palabra “tío” es más antigua que la palabra “padre”, porque el matriarcado precedió al patriarcado. La madre estaba allí y el padre se desconocía quién era, porque la madre se encontraba, se mezclaba y se unía con mucha gente. Alguien tenía que ser el padre, pero no había manera de enterarse. Por eso todos eran tíos; todos los padres potenciales eran tíos. La institución paterna apareció con la invención de la propiedad privada; ambas están unidas. El padre representa la propiedad privada, porque cuando apareció la propiedad privada todo el mundo quería que su propio hijo fuera el heredero. La propiedad privada apareció primero, después apareció el padre.
Él dice que la familia y la religión son una prisión que genera enfermedad porque programa a cada niñ@ de acuerdo a sus prejuicios. Todas estas creencias y prejuicios no nos permiten ser total en nada, ni en la vida, ni en la muerte, ni en el amor y cuando una persona este parcialmente implicada, está parcialmente viva. A menos que nos impliquemos totalmente nunca conoceremos el mayor placer y la mayor dicha.
Él dice que la familia y las religiones crean las guerras y todas las heridas que tiene la humanidad, que sería mucho más sano que los niñ@s se criaran en el seno de un grupo, donde los padres no posean a los niñ@s, sino que pertenezcan al grupo y donde a los niñ@s no se les imprima sólo la huella de sus padres, sino de todo el grupo.
En un suplemento dominical del periódico “El País” leí como en Finlandia, las mujeres se quedan embarazadas muy jóvenes, cuando su potencial de reproducción es máximo y cuando todavía están estudiando en la facultad y los niñ@s son criados por la familia extensa y así cuando las mujeres llegan a la edad laboral los niños están ya creciditos y ya no suponen tanta carga. Es decir son los más desocupados de la red familiar los que dedican más tiempo a los niñ@s dejando a los padres más tiempo para sus tareas formativas y de trabajo. Hay una red familiar que se ocupa de los niñ@s.
En este sentido del que habla Osho yo me crie en la familia extensa y me desarrolle en contacto con muchas personas de la familia extensa, de lo cual me alegro hoy en día, porque tengo asimilado en carne los distintos tipos de rasgos de carácter que existen porque conviví íntimamente con todos ellos.
Lo que estamos viviendo a nivel social en nuestro país, yo creo que tiene que ver con lo que dice Osho, en el sentido de no dar todo el poder a un solo partido, de que no hayan mayorías absolutas; sino que haya una cosa más dialogada entre el pueblo y el político, entre la ciudadanía y los gobernantes. Los movimientos que se están viviendo en los municipios gobernados por plataformas ciudadanas, están en esa sintonía de más contacto entre el político y el ciudadano, metafóricamente entre el padre y el hijo. Un padre más dialogante para las necesidades de su hijo, abierto a las necesidades de su hijo y abierto a enriquecerse con las aportaciones de su hijo. Yo creo que esto es algo muy bueno para la evolución de la humanidad. Esta apertura al otro, esta disposición al diálogo, al encuentro, al enriquecimiento, al intercambio.
Este reconocimiento del otro como otro de igual valía que yo, y en el caso del padre hacia el hijo, reconocimiento de su singularidad y total respeto al despliegue de sus potencialidades en desarrollo. La labor del padre en la educación de sus hijos seria como la del tutor que está atento a hacia donde se dirigen las inclinaciones naturales de su hij@ para cuidarlas, potenciarlas y apoyarlas.
En una conferencia que dio un compañero mío en la escuela Ricardo García Alcaraz sobre el “Hombre”, uno de los participantes en el coloquio dijo que” el hombre es el que cuida a la que cuida”. Me pareció muy bonita esta definición y muy ideal para la función padre. La función padre es cuidar a la madre que cuida al bebé y al bebé, en este primer momento de la vida, posteriormente va a tener más una función socializadora.
Un hombre aprende a ser hombre de su padre y si no puede con él buscará a otros hombres con los que identificarse. Una parte de la homosexualidad se explica en los hombres por la falta de padre. Cuando en una familia el padre está ausente, es desvalorizado por la madre y no ocupa su lugar, el hijo varón no puede mamar la masculinidad de él, no puede tomar su fuerza, porque la fuerza se toma del padre, tanto el hombre como la mujer toman la fuerza para estar en la vida del padre.
Durante toda la vida estamos buscando el amor incondicional, primero lo buscamos en nuestros padres, si no lo encontramos ahí, lo buscamos en los amigos, si sufrimos decepciones, lo seguimos buscando en la pareja, y si no lo encontramos ahí en nuestros hijos. Cuando una mujer tiene un hijo varón pone ahí todas sus expectativas inconscientemente o conscientemente dice: “este va a ser el hombre de mi vida” y si la pareja no pone límites a esa relación, metafóricamente y psicológicamente la madre se come al niño. Cuando este niño se convierte en hombre, sin haber tenido la posibilidad de identificarse con su padre, porque la madre lo ha impedido y el padre no se ha impuesto a la autoridad de la madre. En la adultez este hombre buscará a otros hombres con los que aprender a ser hombre, porque este hombre tiene hambre de hombre, porque su madre no le ha dejado identificarse con su padre se lo ha tragado. Es imposible que este hombre busque a una mujer como pareja porque metafóricamente y realmente tiene “empacho” de mujer y además no quiere traicionar a su madre en el sentido de ser “la única mujer de su vida”.
En el caso de los hombres con sus hijas, las hacen sus princesitas, les dan todos los caprichos y les impiden madurar. Posteriormente en la adultez ningún hombre le llega a la suela de los zapatos a su “papi” y tienen dificultades para tener una relación satisfactoria con sus parejas. Quieren repetir el esquema con el que se relacionaban con su padre y claro la pareja se resiente.
Lo que yo enseño a mis pacientes en terapia y a mis alumnos de formación, es lo que aprendí de Claudio Naranjo, para estar sana una persona tiene que tener equilibrado los tres amores:
- El amor de la madre es el amor incondicional, te quiero porque te quiero, porque existe, porque eres mi hij@, no tienes que hacer nada especial para que yo te quiera, te quiero porque sí, porque existes, porque me sale, porque me da la gana, porque brota de mi ese amor hacia ti.
- El amor del padre es el amor condicional, sería algo así como decirle a tu hij@, te quiero si te desarrollas en la plenitud de lo que tú eres. Claudio lo llama el amor devocional, para mí, devocional en el sentido admirativo, en el sentido de ver todo el desarrollo, toda la plenitud de la existencia del ser de cualquier persona, sentido admirativo para mí como despliegue de todas sus potencialidades no en el sentido que dice Claudio de que el niño mira a la madre y la madre mira al padre, como si el padre fuera lo más importante. Yo creo que a Claudio se le ha olvidado el sentido circular, el niño mira a la madre, la madre mira al padre, el padre mira a la madre y la madre mira al niño, y también el padre mira al niño y el niño mira al padre. Todo esto como círculo del amor mutuo admirativo que se tienen los tres, que son la expresión de la grandeza de la vida en su despliegue y desarrollo constante. Yo misma me descubro muchas veces en este amor admirativo a mi pareja cuando lo veo en el despliegue de alguna potencialidad hasta ahora nunca vista.
- El amor del niño para mí es el amor a la vida, a lo nuevo, a las infinitas posibilidades, a la creatividad, a la libertad, al juego, al disfrute, etc. El niño coge un juguete y juega con él hasta que lo conoce bien y una vez que ya ha asimilado todo lo el aprendizaje que puede hacer con él lo abandona porque ya no le puede enseñar nada más y va en busca de otra cosa.
Lo que yo descubro cada día en la vida, es que todavía hay mucho patriarcado. Cuando pequeña fui testigo de cómo mi madre tenía que tener el permiso de mi padre que estaba enfermo para adquirir un inmueble, ella no lo podía hacer por ella misma, no le estaba permitido en aquella sociedad.
Más tarde cuando yo tenía diecinueve años y en aquella época teníamos una tienda donde vendíamos de todo y decidimos ir a comprar las dos al Merca Sevilla porque era más rentable para nuestra economía, descubrí con total asombro que éramos invisibles para los dueños de los productos, que no nos hacían caso, que no nos escuchaban, que teníamos que hacer un esfuerzo tremendo para que nos atendieran, era un mundo de hombres donde las mujeres no teníamos cabida y en ese día mi madre me dijo: ”esto no es para nosotras” y yo le dije: “ esto no es para ti” y desde aquel día ella no fue más allí. Fui yo con otra amiga de edad parecida a la mía y que también tenía tienda. Fue una época durísima de mi vida, gracias que sólo duró un par de años.
Ahora todavía en determinados ambientes siento ese patriarcado. No es lo mismo que vaya una mujer sola que vaya con un hombre al lado, aunque éste no habrá la boca. La sola presencia del hombre hace que se respete más a la mujer.
Para estar sanos tenemos que tomar nuestros dos árboles genealógicos paterno y materno en la totalidad y en lo que son y agradecer a todos nuestros ancestros la existencia que tuvieron porque gracias a ella estamos nosotros aquí.
Yo siento que mi rama paterna me da mucho amor a la vida y al disfrute, me da mucha creatividad, en ella hay artesanos y hay sobre todo amor a la celebración. Esto no lo tengo bien integrado todavía en mi vida; porque mi familia materna era todo lo contrario la valoración del esfuerzo y el trabajo y como los valores de mi padre estaban contagiados de enfermedad, se miraban sus manifestaciones con desaprobación y desdén.
Lo que yo enseño a mis pacientes y alumnos es a desarrollar los tres amores dentro de sí mismos; es decir, a cada uno se convierta en la madre y el padre ideal de sí mismo y lo haga con placer; es así como van a desarrollar su autonomía y su independencia.
Por ejemplo cuando me viene alguien con ansiedad y/o ataques de pánico que no tengan que ver con ningún tipo de accidente, les enseño y les hago ver que el que tiene miedo es su niñ@ interior, porque seguramente en su infancia ha vivido momentos de miedo en los que no se ha sentido protegid@ o también porque ha introyectado el miedo de alguno de sus progenitores y eso no era suyo.
Le enseño a hablar con su niñ@ interior, le enseño a tranquilizarl@. Lo que hago es que yo cojo primero un cojín que representa a su niño interior, es muy importante que lo coja yo primero, porque yo soy la que tiene la autoridad, la salud, la sabiduría, la persona que viene a consulta me la da a mí la autoridad, la salud y la sabiduría. Y mi tarea como terapeuta es coger todo lo que la persona me da y así establezco el vínculo con ella para posteriormente devolverle a la persona toda esta proyección que hace hacia mí de autoridad, salud y sabiduría.
Cuando consigo que la persona recoja la proyección que ha hecho sobre mí y asuma como suyos todos los recursos que le voy enseñando la persona está curada, por lo menos del síntoma que trae.
Como decía más arriba yo cojo el cojín que representa a su niño interior y se lo doy a la persona y al mismo tiempo yo cojo otro y le pregunto cómo l@ llamaban de pequeñit@ y le voy diciendo frases para que la persona se las diga a su niñ@ interior, que está representado por el cojín que está abrazando. Cómo por ejemplo:
– Te quiero mucho.
– Me gusta abrazarte.
– Nunca estas sol@, siempre estoy yo contigo.
– Me encanta achucharte.
– Me encanta escucharte.
– Me gusta acompañarte en todo lo que tienes que hacer.
– Me encanta sentir tu calorcito en el contacto conmigo.
– Tú eres lo más importante en mi vida.
– Cuando estás intranquilo, me gusta tranquilizarte.
– Cuando tienes miedo, me gusta darte seguridad.
– Cuando estas desorientado, me gusta llevarte a lugar seguro y darte seguridad.
– Cuando estás desanimado, me gusta animarte para conseguir lo que tú quieres.
– Cuando algo te parece muy difícil, te animo a que lo intentes y disfrutes en el camino.
– En las dificultades, te animo a mirar desde otro lado y buscar una solución fácil, etc.
En muchas ocasiones la persona se emociona desde la primera frase y las frases yo las voy adecuando a lo que siento que necesita la persona, y teniendo en cuenta lo que ella me haya contado. Durante la sesión le digo a la persona que esto que estamos haciendo, sería bueno que lo hiciera todos los días con su niñ@ interior por lo menos quince minutos al día y mirando una foto que le guste de ella/él de pequeñit@.
Le enseño también que las palabras son un medicamento, que tienen el poder de sanar las heridas emocionales y que como todo medicamento, necesita un tiempo para producir su efecto. Le enseño a poner su pensamiento a su servicio y no al contrario. Investigo con ella para que se dé cuenta del poder que tiene su pensamiento, etc.
A veces ya desde la primera sesión se da una mejoría considerable y otras veces tengo que explicar a la persona más detenidamente todas las dudas y pegas que pone la persona. También trabajamos los beneficios secundarios que obtiene con esa conducta y a veces la persona no quiere renunciar a ellos por lo menos en un primer momento. Cuando la persona viene con el miedo a los ataques de pánico, también la pongo en contacto con lo peor que podría pasarle, es decir con la muerte y ahí vemos cual es la relación que la persona tiene con la muerte. A veces hacemos una fantasía dirigida con el hecho de estar muerta y ahí vemos qué pasa.
Muchas veces la persona que tiene miedo a la muerte, es en realidad que tiene miedo a la vida, que no está viviendo su vida como le gustaría vivirla, porque como dice Osho. Quien está totalmente entregado en su vida, considera la muerte como otra experiencia de la vida y no le tiene miedo.
La persona que vive con entrega cada momento de su vida, no tiene miedo a la muerte, porque si yo he vivido todo lo que la vida me ofrecía, ¿qué es lo que voy a añorar en el momento de mi muerte? Como dijo Sócrates en el momento de su muerte: “yo ya sé lo que hay en este vida, ahora quiero ver lo que hay en la otra” y como el verdugo se demoraba en darle la cicuta, él le dijo:” ya es la hora, dámela”.
El miedo de todo ser humano es el miedo a la muerte; así que trabajo este miedo y al mismo tiempo voy enseñándole a ser el padre y la madre de sí mism@ y a hacerlo con disfrute, con placer, con bienestar. Durante la sesión intento que nos riamos y que lo pasemos bien, cuando es posible.
Una vez que la persona se convierte en el padre y la madre ideal de sí misma y lo hace con disfrute, desaparecen los ataques de pánico y la ansiedad. En este momento es como si la persona se dijera a sí misma soy un@ adult@ y me hago cargo de mí mism@ y lo que yo necesite me lo doy y si no lo tengo, busco en el lugar donde lo halla.
Una imagen muy potente que utiliza Bert Hellinger es visualizarte a ti mism@ con tu padre y tu madre detrás y detrás de cada uno de ellos sus padres y así sucesivamente y tomar conciencia de que todos tus ancestros han existido anteriormente a ti para que tu florezcas aquí y ahora, que tú eres la máxima expresión de tu árbol genealógico y esta imagen te da muchas fuerza y mucho apoyo.
A veces cuando alguien me pregunta, me voy a curar de esto. Yo le digo: “¿tú quieres curarte? Y si me dice sí, entonces yo le digo pues yo ahora te firmo que te vas a curar.
Si me dice yo no lo sé, entonces yo le digo yo tampoco. Le digo si tu pones el cien por cien yo también lo pongo y lo demás ya no depende de nosotros.
Yo creo que en todos los seres humanos está esta tendencia infantil del bebe a que me cuiden, yo no quiero hacer por mí mism@, yo quiero que me cuiden, que si no se pone conciencia en esto es como un agujero negro que le des lo que le des siempre quiere más, no hay saciedad. A esta hambre de cuidados y amor, tenemos que poner conciencia y hacernos cargo de ella para convertirnos en adultos sanos. Metafóricamente sería como coger con nuestras manos nuestra necesidad y hacernos cargo de ella.
La salud sería algo así como decir yo soy una creación del universo y disfruto de este universo, en un intercambio de dar y tomar. No exijo nada a nadie y no permito que nadie me exija a mí.
Me viene a la mente el cuento del principito, cuando visita la Tierra y ve un campo lleno de miles y millones de rosas y se pregunta a sí mismo que es lo que diferencia a su rosa de esos cientos y miles de rosas y él se contesta a sí mismo: “es el tiempo que yo he dedicado a mi rosa, la que la hace única y diferente para mí”.
En el sentido del cuento del “Principito” Harris en su libro “La castración del unicornio” nos dice:” A medida que los hij@s crecen, el padre debe estar dispuesto a ir retirándose y, si es necesario, debe insistir en que sus hijos individualicen sus valores e ideales. Posiblemente asumirán algunos de los valores del padre pero es probable que también necesiten clarificar su posición respecto a otros valores a través del conflicto con la postura paterna. Esta es una etapa necesaria para el desarrollo de los hijos, pero el padre, al tiempo que participa en el conflicto, no debe insistir en mantener su autoridad “patriarcal”. Debe reconocer y admitir la postura de los hijos cuando tengan razón y también debe estar dispuesto a perderlos, a que son distintos que él; debe usar su posición para permitirles desarrollar sus propias perspectivas. Si mantiene su postura y valores de forma excesivamente rígida e impersonal cuando ellos quieran diferenciarse de la familia, les provocara una rebelión cada vez más fuerte. Este conflicto suele ser doloroso, pero también puede ser muy emocionante cuando el padre disfruta de ver a sus hijos convertirse en individuos. El padre tiene que tener en cuenta que las vidas de sus hijos son su proceso de individuación y pasado cierto punto no debe intentar allanar su camino, para no negarles el derecho a luchar por sí mismos y a desarrollar su conciencia, personalidad y significado vital”.
Continúa diciendo:” La adolescencia es el momento en que todo cambia y uno comienza a plantearse las grandes preguntas: “¿Quién soy yo?”, “¿Dónde voy?”, y “¿Cuál es el significado del mundo?”. Si escuchamos a nuestros hijos adolescentes, podremos entender unas cuantas cosas interesantes y provocativas. Pero los padres no pueden ser una pantalla en blanco. Deben defender sus propios valores al tiempo que dejan ganar las discusiones a sus hijos, mostrarse abiertos a cambiar de opinión cuando es apropiado y no exigir que sean aceptadas todas sus creencias. Finalmente, el punto más importante es dejar ir a los hijos, ayudándoles a desarrollar sus propios valores cuando decidan irse”.
Continua diciendo:” El espíritu de la paternidad potencia la experiencia vital del hombre, le da fuerza y un propósito enraizado en la autenticidad personal y en el reconocimiento de valores superiores, más grandes que la persona. Así, a su vez, el hombre puede apoyar a quienes le rodean para vivir apasionada y creativamente”.
El padre que yo tengo interiorizado, es el padre que me apoya, me alienta, me aconseja en lo que es mejor para mí, me abre nuevos horizontes de desarrollo, me invita a la entrega total en cada faceta de mi vida. Me enseña a saborear la vida y a degustar hasta la última gota del cáliz de la experiencia. Me enseña a cuidarme cada día más en lo físico, lo emocional y lo espiritual. Me arrulla en las mañanas cuando despierto, me acompaña durante el día en lo cotidiano y cuando tomo conciencia de lo interiorizado que lo tengo, tengo mucha fuerza y mucha seguridad. Todo esto lo llevo callado y por dentro, porque es algo muy religioso, religioso en el sentido de religarse de unión íntima y extática, de éxtasis.
Cuando tomamos conciencia de que todos somos hijos del universo y que estamos siendo cuidados por él. Que todos somos una parte de la energía creativa que lo crea todo. Yo creo que esta conciencia nos hace tener más respeto hacia todo y valorarnos más a nosotros mismos; pero no en el sentido egóico, sino en el sentido de tomar conciencia de nuestra comunión con todo lo que existe. Somos polvo de estrellas encarnado, por decirlo de alguna manera.
Toda esta conciencia yo creo que va a cambiar a la humanidad, porque cuando nos damos cuenta de que el otro también es una parte de mí mismo, no voy a permitir que haya guerras, ni hambre, ni todas las calamidades que actualmente están ocurriendo en nuestro planeta Tierra y lo que yo tengo lo voy a compartir con los demás, no voy a acumular innecesariamente cosas, dinero, posesiones mientras el otro lo está pasando mal.
Me encanta lo que escucho de Suecia, donde la gente puede cambiar cosas o proponer cosas sólo consiguiendo un número determinado de seguidores de la idea. Deberíamos crear una sociedad donde se cogiera lo mejor de cada uno para el bien común. ¡Qué así sea!
BIBLIOGRAFIA
Harris, C. T. B. (1998). La Castración del Unicornio. Al encuentro de la identidad masculina. España, Gaia Ediciones.
Osho. (2010). El libro del Hombre. El Adán, el hijo, el homosexual, el marido, el político, el sacerdote…. España, Ed. De bolsillo.
Osho. (2007). Hombre y Mujer. La danza de las energías. España, Ed. Planeta de Agostini.
Naranjo, C. (2004). Cosas que vengo diciendo. España, Ed. Kier.