Autora: Pepa Campos
 

La salud mental del ser humano está directamente relacionada con su capacidad para sentirse pleno, y solamente nos vamos a sentir plenos cuando nos hagamos cargo de nosotros mismos, de nuestras necesidades, de lo que sentimos, de lo que pensamos, de lo que hacemos, en definitiva de nuestro ser. Cuando yo me hago cargo de mí mismo es como si me cogiera en mis manos y me hiciera responsable de todo lo que me pasa en mi vida, de mi felicidad, de mi bienestar, y de todo lo que me sucede.

¿Cuánto soy yo capaz de denunciarme a mí mismo/a y decir aquí está mi grado de salud y aquí está mi grado de enfermedad y esto es lo que puedo sostener ahora, ahora no puedo sostener más?.

¿Cuánta verdad soy capaz de escuchar acerca de mí mismo/a?. La cantidad de verdad que soy capaz de escuchar acerca de mí mismo/a sin resentirme ni enfermarme marca mi grado de salud mental.

Cuando escucho algo acerca de mí mismo/a que me duele y no lo expreso me quedo resentido/a, y si no expreso mi dolor, este resentimiento se expresa en forma de agresión hacia la otra persona.

Para el ser humano en general es más fácil expresar la agresión que el dolor, porque cuando expreso la agresión me siento fuerte frente al otro y cuando expreso mi dolor, me pongo vulnerable frente al otro y temo que me hagan daño, ya que todos en mayor o menor medida hemos sentido miedo a perder el amor, el cuidado o en caso extremo la integridad física si nuestro deseo no coincide con el deseo de nuestros padres, de nuestros profesores, de nuestras figuras de referencia etc. En definitiva hemos tenido miedo a que nos dejaran de querer, a que nos agredieran física o mentalmente o a quedarnos solos en el mundo, etc.

La salud mental es la capacidad de ver quien soy yo realmente. Mi parte de hijo de Dios y mi parte de hijo de puta.

Medir el grado de dolor que yo puedo sostener en cada momento, eso es lo que marca el grado de salud mental mío.

Lo que yo siento en cada momento es incuestionable y si tú estás sano puedes escuchar lo que yo tengo que decir en ese momento y si no estas sano me taparás la boca e intentarás convencerme de que estoy equivocado y si yo no estoy en mi centro, me llevarás de un lado para otro.

¿Qué necesita una persona para desarrollarse sana? Necesita apoyo y límites. Apoyo para que vaya confiando en sí misma y límites para que no se haga daño a sí misma cuando es pequeña y cuando es adulta, los límites le van dibujando la realidad de la vida, en el sentido de que la libertad de uno termina donde empieza la libertad del otro.

Cuando yo defiendo el espacio que es mío, le estoy enseñando al otro mis límites y poniéndole a él límites, y si el otro no respeta los límites que yo le pongo, tengo que cortar el contacto para preservarme.

¿Cómo podemos generar salud mental los terapeutas? Permitiendo que las personas se expresen, expresen lo que les duele y lo que les molesta que es lo más difícil de expresar y poniéndoselo fácil para que puedan hacerlo. Para hacer esto los terapeutas tienen que ser capaces de sostener en sus manos su dolor y no actuar este dolor en forma de agresión cuando el otro tiene la guardia baja, sin expresar su dolor, como dolor.

A lo largo de nuestro desarrollo como personas siempre estamos esperando la bendición de nuestros padres, progenitores para desarrollarnos según nuestras inclinaciones naturales y nuestros deseos; pero esta bendición llega en raras ocasiones o no llega nunca. ¿A quién la ha llegado la bendición de sus padres o figuras sustitutas para ser? Esta sociedad en la que vivimos es una sociedad patriarcal, que no da nunca el beneplácito al hijo o la hija para que se transforme en adulto. ¿Cuántos de nosotros hemos recibido de nuestros padres o de nuestros terapeutas la bendición para ser? ¿Cuántos de nosotros hemos recibido de nuestros padres o nuestros terapeutas la afirmación:”ya eres un adulto como yo, ahora hablemos de adulto a adulto y no de padre a hijo o de hijo a padre o de terapeuta a paciente o de paciente a terapeuta, ahora eres un igual hablemos francamente” sin dejar caer en algún momento con palabras o de forma sutil: “tú estas por debajo de mí”?.

La estructura del psicoanálisis es una estructura patriarcal, yo decido cuando tú terminas la terapia, yo sé más de ti que tú mismo. Esta estructura perpetúa el infantilismo del adulto. Tienes que estar bajo mi ala los años que sean, hasta que yo te de el permiso de ser.

¿Qué hace la terapia Gestalt? Nuestro creador Fritz Perls, era el principio del placer fundamentalmente, el cortó la cabeza a su padre Freud, si no me das lo que necesito, te corto la cabeza y me voy. Y qué crea él luego, la dictadura del principio del placer, primero yo y el resto del mundo no me interesa. Robert Hall hablaba de cómo su maestro Fritz le decía “sé libre” y cuando lo era se enfadaba con él, no podía haber más maestro para Robert que el propio Fritz, no le permitía que siguiera a otros maestros. La salud mental de un terapeuta está en su capacidad para encarnar y estar al nivel de lo que dice y actuarlo en lo que hace. ¿Cuándo podremos dar el beneplácito a nuestros hijos carnales, pacientes y alumnos de formación para ser el adulto que ellos quieren ser sin condiciones? Todos los adultos pueden ser adultos dando un golpe de estado a los padres y terapeutas, guillotinándolos; pero es más fácil irse en paz, sin necesidad de guillotinar a nadie.

¿Cuándo estaremos lo suficiente plenos y satisfechos con nosotros y nuestras vidas, para poder dejar a los demás que hagan la suya?. La raíz de la envidia y la competitividad está en que yo no me siento pleno/a en mi piel; ya que si yo me sintiera plena sin necesitar nada, voy a permitir que el otro haga lo que tenga que hacer sin joderlo ni criticarlo. ¿Me hago responsable de mis necesidades y del trabajo que conlleva hacerme cargo de mis necesidades?, ¿Trato de quitar al otro lo que el otro tiene sin ver el trabajo que le ha costado tener lo que tiene?,¡Quiero el fruto pero no el proceso!, ¿Cuánto necesitamos comer, tener para sentirnos satisfechos? En la historia de la terapia tenemos el principio del poder encarnado fundamentalmente por Freud, el principio del placer encarnado fundamentalmente por Perls y falta que se desarrolle más el principio del amor. Hace falta que los terapeutas desarrollemos más el principio del amor a sí mismos en nuestro trabajo con las personas y con nosotros mismos.

¿Cómo desarrollamos el principio del amor a sí mismos? Encontrando el bienestar dentro de nosotros, encontrando la plenitud dentro de nosotros, encontrando la paz dentro de nosotros. Transformándonos cada uno en el padre y la madre ideal de nosotros mismos y disfrutando de ello, de ser la madre y el padre ideal de nosotros mismos. Tenemos que buscar la felicidad dentro de nosotros mismos y no fuera y los terapeutas tenemos que ayudar a la gente a encontrar la felicidad dentro de ellas mismas y no fuera.

Todos estamos hambrientos de amor, somos famélicos en un mundo de famélicos, devorándonos los unos a los otros, cuando el remedio a nuestra hambre de amor no está en los otros sino en nosotros mismos. El secreto está en aprender a alimentarnos de nosotros mismos, el mejor alimento para cada uno de nosotros está en nosotros mismos, sólo que todavía no hemos aprendido a saborearlo.

¿Por qué no hemos aprendido a saborearlo? Porque venimos de una situación de confluencia con el entorno (universo, madre, etc.) y tenemos que llegar a una situación de confluencia con nosotros mismos, entendiendo aquí confluencia como fundirnos en el amor por nosotros mismos.

Cuando encontramos la satisfacción dentro de nosotros mismos todo lo que nos venga de fuera será un regalo, porque si lo que nos viene de fuera es un regalo, es un regalo y si es una agresión nos resbalará; ya que no necesitamos nada del exterior, porque tenemos la plenitud interior.

Una técnica simple para conseguir plenitud interior es:” cualquier sensación agradable que tengas en el cuerpo, agrándala, poniendo la atención en ella, hasta que crees un océano de esa sensación, donde te sumerges y le das un baño de esta sensación a cada una de tus células y tomas conciencia de cómo cada una de tus células reaccionan a tal cuidado, como se revitalizan, rejuvenecen, se alegran, cogen más espacio, se regocijan, disfrutan y se vuelven más vivas, etc.

Aprender a amarse a uno mismo nos da alas para volar y ser libres, sin depender de nadie.

BIBLIOGRAFÍA:

– Naranjo Claudio. Gestalt de Vanguardia. Editorial La Llave.

– Osho. Biblioteca del Bienestar Emocional. Editorial Planeta.

La salud mental del ser humano

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