Autora: Pepa Campos.
Toda la creación es femenina. La energía de la creación crea el universo que es como un gran útero que lo contiene todo, y la energía del universo cuida de todo y crea todo.
Con esta idea que acabo de expresar se me quita todo el miedo al devenir, al futuro, a lo que puede pasar, etc. Porque en cada momento me siento en casa, creada y cuidada por la energía del universo y yo soy parte de esa energía, encarnada, para aprender lo que es la creación y para experimentar todas las posibilidades infinitas que tiene la creación.
Cuando yo vivo mi vida desde ahí, me libero de apegos y mi vida se vuelve más ligera, en el sentido de que la energía ni se crea, ni se destruye, sólo se transforma. Mi energía, la energía que da vida a Pepa, no se va a morir nunca, sólo se va a transformar y va a dar vida a otro ser, para aprender otra serie de cosas. Yo no me apego al ser que soy en esta vida, yo solo vivo, aprendo y trato de disfrutar todo lo que puedo y cuando vienen las dificultades, las trato de resolver lo mejor que puedo en ese momento.
Claro que van a aparecer dificultades en mi vida y que van a suceder cosas que me pueden asustar y que me van a importunar o molestar; pero yo en cada momento trataré de resolverlas lo mejor que pueda en ese momento y naturalmente el ser humano sano tiende a acercarse y buscar el placer y a huir del dolor y de lo desagradable.
Desde el año 2015 al 2018 he estado trabajando con Erika Schäfer en Alemania, haciendo una formación con ella en constelaciones y regresiones y allí he aprendido muchas cosas y también he tenido vivencias y experiencias muy gratificantes para mí.
Yo fui a Alemania porque vi trabajar a Erika en Barcelona y me gusto lo que hacía; porque desde mi punto de vista abría nuevos espacios en el trabajo terapéutico, espacios que yo no había explorado hasta ese momento o por lo menos no de la forma en que ella lo hacía.
Para mí, una de las cosas fundamentales que he aprendido con ella es que estamos todos unidos por un profundo amor o también podemos decirlo de otra manera: “La creación es un acto de amor en sí misma”. La energía que es “una” se multiplica y disemina en infinidad de energías que componen todo lo que existe en el universo. Cuando nacemos, nacemos de la unidad de energía o de la energía única y cuando morimos volvemos a la unidad de energía o a la energía única.
El círculo y la espiral son dos formas geométricas que pueden ejemplificar bien lo que es la vida. Nacemos de la nada o de la “unidad” de energía, aquí se abre el círculo y cuando morimos volvemos a la nada o a la “unidad” de energía; aquí se cierra el círculo y la espiral es cuando vamos pasando siempre por los mismos conflictos o dificultades; pero cada vez lo hacemos desde distintos grados de conciencia; es decir, por ejemplo, tenemos conflictos con los padres, los hermanos, la familia más extensa, con amigos, etc; pero cada vez vamos ganando comprensión y nos acercamos a estos conflictos de forma diferente, a diferentes niveles, ahí vamos describiendo una espiral, círculos que se van elevando desde lo más terrenal a lo más espiritual; en la medida que vamos comprendiendo y experimentando lo que es la vida y vamos madurando y creciendo, nos vamos elevando de lo más terrenal a lo más espiritual.
Por ejemplo, nos damos cuenta de por qué tenemos siempre las mismas dificultades con determinadas personas y que la resolución de este conflicto, implica un salto cuántico, en el sentido de abrirnos a aprender algo que no formaba parte de nuestro ser en este momento y al aprender esto nos transformamos en otra persona más completa, más grande, con más experiencia.
Esto que acabo de explicar se corresponde con los conceptos de asimilación y acomodación de Jean Piaget (1896-1980). Cuando una información nueva llega a nuestra mente, la asimilamos (ingresa) lo que está permitido por nuestros conocimientos previos, pero luego tiene que hacerse un lugar entre la información que ya se tenía (acomodación) produciéndose una adaptación del viejo contenido en función del nuevo, y cuando ya está acomodada se produce el equilibrio.
Me acuerdo de una experiencia que me pasaba con mi madre. Yo veía como ella, no era buena solucionadora de conflictos. Recuerdo un asunto con unos albañiles que le cambiaron las tuberías y el suelo del piso y tener conflictos continuados porque mojábamos al vecino de abajo porque el albañil no había hecho bien las cosas. Ella se enfadaba mucho con el albañil; pero eso no daba ningún resultado porque el albañil se iba enfadado y nos quedábamos con el problema abierto. Y esto pasaba una y otra vez con otros problemas.
Aprendí de una amiga que lo mejor en la solución de conflictos era la diplomacia. Poner toda la energía en cómo podíamos resolver el conflicto y apoyar a la persona que nos había provocado el problema para que tuviera más fuerza para la resolución de la dificultad. Y si no daba resultado buscar a otra persona; pero en todo esto, tratar de cabrearnos lo menos posible, porque en este cabreo al primero que perjudicamos es a nosotros mismos. Aprendí que con el cabreo sólo se empeoraban las cosas.
En esto que acabo de contar se ve como hay una evolución en mí, desde el cabreo, que es la primera reacción visceral que tiene el bebé, cuando no le dan lo que quiere que le den o cuando no satisfacen sus necesidades básicas, a la diplomacia, que es una estrategia de un adulto, muy alejada de las reacciones instintivas y que ya como adulto ha aprendido a posponer la satisfacción de su necesidad en el tiempo, hacia el futuro y no al instante como el bebé.
Aprendí en el trabajo con Erika Schäfer que en nuestras encarnaciones pasamos sucesivamente por los diferentes roles: hombre, mujer; victima, verdugo; salud, enfermedad; riqueza, pobreza; y por todas las polaridades que existen. En la unidad no hay polaridades, ni hay desequilibrio; porque no hay nada. Entonces cuando en una vida creamos desequilibrio de cualquier tipo, estafas, muertes, castigos, engaños, etc. En la siguiente vida tratamos de equilibrar el desequilibrio creado y si no lo hacemos sufrimos las consecuencias o alguien de nuestra familia lo hace por nosotros y sufre las consecuencias.
Un día mientras Erika trabajaba con una compañera del curso su artrosis, que también era el tema principal que yo quería trabajar y mientras yo estaba muy atenta al trabajo sentada en un cojín, de pronto me surgió espontáneamente un movimiento con las manos que consistía en acercar ambas manos unidas por el dorso a mis genitales, que luego subían hasta mi cabeza y de ahí hacia adelante girando alrededor de las muñecas hasta estar de nuevo unidas dorso con dorso y de ahí de nuevo a empezar acercándose a mis genitales… Y mientras hacía estos movimientos sentía como mi cuerpo se iba abriendo y relajando, dejándome una buenísima sensación.
Yo identifiqué este movimiento espontáneo que me surgió como el ciclo de la reencarnación y del aprendizaje. El movimiento empezaba con los dorsos de las manos unidas y hacia abajo ( que para mí significan sin apego y desde lo más terrenal), que recorrían mi cuerpo desde los genitales pasando por todos los chakras ( que para mí significa de lo más terrenal a lo más espiritual) y luego mis manos se abrían hacía adelante y giraban trescientos sesenta grados alrededor de las muñecas y en ese recorrido las manos formaban como una copa que luego se abría para que los dorsos de las manos estuvieran otra vez juntos y bajaran a los genitales, para empezar de nuevo el recorrido ( que para mí significa, lo que soy sin apego lo llevo al mundo y me lleno del mundo sin apego ( dorso de las manos) para volver de nuevo a mí , a mi interior, enriquecida de mi contacto con el mundo, contacto que me enriquece y me transforma y ahí de nuevo comienza el ciclo).
Yo creo que la autosanación es posible y para llegar a ella tenemos que soltar muchas cosas, ideas, pensamientos, actitudes, comportamientos, etc que nos enferman. Y tenemos que acercarnos más a la nada, a la “unidad” de energía. Tenemos que desapegarnos de todos los apegos que hemos ido cogiendo a lo largo de nuestra o nuestras vidas y dejar que se caigan para unirnos con la Unidad de donde todos venimos.
Todos somos conscientes de que la vida es un constante movimiento, un constante cambio; pero de lo que no somos tan conscientes, es de que este cambio y este movimiento, lo genera la energía del universo, la gran creadora, que todo lo genera ella y que ella crea las condiciones para que todo lo que tenga que darse, se dé.
Sólo al imaginarme o pronunciar la palabra feminidad se me llena el cuerpo de terciopelo, de blanco, de dulzura, de delicadeza, de suavidad, de bienestar, de confort, de fluir, de sensación de plenitud, etc.
Lo femenino para mí es:
– lo sutil.
– lo que crea.
– lo que cuida.
– lo asambleario.
– lo que contiene.
– lo delicado.
– lo que protege lo creado.
– una cascada de belleza.
– lo que embellece.
– lo que florece.
– lo que se expresa.
– explosión de plenitud.
– lo que acomoda.
– lo que llena y se llena de vida.
– lo que perfuma.
– la abundancia de cosas buenas.
– color, belleza, vida y armonía.
Para mí la feminidad es sinónimo de plenitud, todo en la naturaleza es femenino, lo masculino sale de lo femenino. Y todos tanto hombres como mujeres tenemos lo femenino dentro, como el símbolo del ying y el yang.
Todos estos adjetivos que he mencionado arriba tienen su polaridad; pero yo me quiero centrar en la belleza, sabiendo que todo contiene en sí mismo su polaridad.
Mi primer impacto con lo femenino fue cuando estudiaba historia del arte, con 15 años, y vi por primera vez el cuadro: “La Primavera de Botticelli”. Me impresionó tanta belleza y también me impresionó el embarazo de la figura femenina que representaba la primavera y los embarazos de las tres figuras femeninas que representaban Las Tres Gracias.
Me quedé muy intrigada con el embarazo de la “Primavera” y su significación y eso ha estado de forma latente en mí a lo largo de toda mi vida, hasta que lo comprendí ya bastante madurita alrededor de los 50 años y comprendí que el embarazo de la “Primavera” es el embarazo de ti por ti misma; o mejor dicho tú te dejas fecundar por la energía de la creación que también eres tú mismo y te pares a ti misma, y en este parirte a ti misma está la grandeza de la creación, te puedes parir a ti mismo, con toda la plenitud que tiene la creación y ahí puedes soltar todos los lastres que llevas arrastrando desde donde sea que los lleves arrastrando, como en la película de “La Misión” cuando el indio le corta la cuerda a Jeremy Iron de todos los pesos que llevaba a la espalda y que él no quería soltar.
Tú puedes parirte liberado o no; pero es tu elección. Tú eliges en ese momento lo que quieres para ti, que también puede ser aceptar lo que la vida te pone por delante; pero la actitud con la que tú vivas lo que la vida te pone por delante es tuya, es tu responsabilidad.
Yo considero que una persona tiene o puede tener tres nacimientos a lo largo de su vida:
1.- Un nacimiento biológico que nos lo dan nuestros padres. De ellos recibimos una carga genética que se transmite de generación en generación a lo largo de la historia de la humanidad. Y en esa carga genética está contenida toda la historia de la humanidad. Nacemos del vientre de nuestra madre; aquí en el nacimiento biológico, hay un útero de carne, humano, que nos contiene, nos protege y nos cuida hasta el momento del nacimiento, y es a través de ella, de nuestra madre, que venimos al planeta tierra y aquí en este planeta nos educamos con sus costumbres, hábitos, lenguaje e historia. A través de esta educación, nos tragamos muchos introyectos, creencias que pueden hacernos daño en el desarrollo de nuestro ser. Por ejemplo: se bueno, no seas agresivo, se amable, etc. También aprendemos muchas formas de comportamiento por imitación y también aprendemos otros comportamientos por reforzamiento vicario; es decir, por la observación del reforzamiento que reciben otras personas cuando ejecutan esos comportamientos, etc. Para limpiarnos de todo lo que hemos introyectado y aprendido y que nos hace daño, comenzamos a hacer terapia y ahí comienza nuestro segundo nacimiento.
2.- Un nacimiento psicológico, ¿por qué lo llamo así? Porque es nuestra psique la que empieza a cambiar, con la ayuda de nuestro terapeuta y también hay otras personas que influyen en este cambio, como profesores, amigos, conocidos, etc. En nuestra terapia con ayuda del terapeuta vamos poniendo conciencia a como nos movemos en la vida, en nuestras relaciones y vamos poniendo luz sobre las creencias que nos paralizan, nos hacen daño, nos boicotean, etc. Es el terapeuta el que nos ayuda a nacer de nuevo a otra realidad más amplia, que nos da vida. Aquí hay otro útero que es el apoyo que recibimos de nuestro terapeuta, y con este apoyo podemos crecer y ampliarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Este útero puede ser psicológico y físico, en el sentido del contacto físico con nuestro terapeuta (abrazo, regazo, apretón de manos, etc). En la medida que voy ganando seguridad en mí mismo y me siento con fuerzas para andar solo por la vida. Aquí empieza mi tercer nacimiento.
3.- Un nacimiento espiritual. Aquí yo me paro, me doy a luz a mí mismo. Para mí es esto lo que representa “La Primavera” embarazada de Botticelli. Yo embarazada de mí misma y yendo más adelante, yo pariéndome a mí misma. Y al parirme a mí misma es cuando yo me convierto en la madre y el padre de mí misma. Aquí desaparecen todas las dificultades que yo creo o por lo menos soy muy consciente de las dificultades que yo me creo y que me hacen difícil mi vida. Aquí yo me libero de todas las ataduras y me siento hija de la energía del universo, ¡qué bien!, ya no soy ni más, ni menos que nadie, soy igual que todo el mundo, hija del universo como todo el mundo y empiezo a aprender de todo lo que me pasa en mi vida diaria y no culpo a nadie de nada; sino que lo que ocurre es lo que tiene que ocurrir y con lo que ocurre, yo aprendo lo que tengo que aprender.
Durante 6 años estuve haciendo “Talleres de Plenitud”, donde intentaba enseñar a la gente todo esto, y como con todo esto se podía eliminar el sufrimiento que arrastramos los humanos. Ahora siento que mi energía es más sutil y es tiempo de dedicarme a otras cosas, como escribir. Estoy haciendo otras cosas y los colegas que colaboraban conmigo, continúan con el trabajo que yo hacía antes.