Autora: Pepa Campos
La terapia Gestalt surge en los años cuarenta de la mano de Fritz Perls, su primer libro “Yo hambre y agresión” apareció en 1942.
Los pilares fundamentales de la terapia Gestalt según Claudio Naranjo son: El darse cuenta o toma de conciencia, el vivir en el presente y el hacerse responsable de la propia vida.
La conciencia es la capacidad de percatarse de lo que sucede en un momento determinado. Si estoy en interrelación con otra persona, qué me pasa a mí y qué le pasa a la otra persona para que reaccionemos o actuemos de la manera que lo estamos haciendo. Por ejemplo, si alguien me dice “¿por qué te has comprado esos calcetines?”, darnos cuenta de que detrás de esa pregunta hay una crítica solapada que podría ser “a mí no me gustan esos calcetines”, así todo quedaría más claro y podríamos preguntarle “¿no te gustan mis calcetines?”, y ella podría contestar que no claramente. Si esta respuesta de ella nos perturba, ahí podríamos darnos cuenta de que dependemos mucho de la opinión de los demás para estar bien. Tranquilos, en paz y darnos cuenta de qué parte de nosotros mismos tenemos que fortalecer.
La palabra conciencia se compone de con-ciencia y el diccionario de la Real Academia define “ciencia” como “conocimiento cierto de las cosas por sus principios y causas, habilidad, maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa”. Desarrollar nuestra conciencia es lo que hace que la terapia Gestalt sea desarrollar la capacidad de conocernos realmente a nosotros mismos y a las demás personas que se relacionan con nosotros.
Otro pilar de la terapia Gestalt es estar en el presente, estar presente en lo que sucede y si desglosamos la palabra presencia, sería presentar la ESENCIA, el SER, lo que realmente somos; es decir, ser lo que realmente somos en cada situación de la vida.
Otro pilar es la responsabilidad, que no es más que la capacidad de responder, sí, esto lo he hecho yo o no, esto no lo he hecho yo. Habilidad para responder.
Como el título de la mesa redonda es MEDICINA Y TERAPIAS ALTERNATIVAS, vamos a hablar de la concepción que tiene la terapia Gestalt de la salud mental. Cuando nacemos, venimos al mundo potencialmente sanos, y la experiencia interna de una persona sana es fundamentalmente amorosa, que podríamos representar por una circunferencia cuyo punto central es el amor. Y esa experiencia fundamentalmente amorosa estaría apoyada en la CONFIANZA en la vida, en ALEGRÍA de vivir y en FUERZA para afrontar lo que nos traiga la vida; pero en el proceso de socialización experimentamos dolor, entonces donde había amor aparece el dolor y donde había confianza aparece el miedo, y donde había alegría aparece la tristeza, y donde había fuerza aparece la rabia y eso podemos verlo con un ejemplo de la vida real: “Un niño de dos o tres años está en el parque con su madre y está jugando con ella a correr. Él corre y la madre lo sigue; pero llega un momento en que la madre se distrae y el niño se acerca peligrosamente a la carretera, la madre se pone nerviosa y lo llama pero el niño cree que sigue jugando con él y se acerca cada vez más al peligro, cuando finalmente la madre lo coge, está muy nerviosa y le pega un azote y le riñe y él no entiende nada y ahí aparece el miedo, el niño se dice a sí mismo: “no puedo confiar, me puede venir una agresión en cualquier momento y empieza a aparecer el miedo y el control, no puedo confiar”. Después empieza a pensar: “yo no puedo ser como soy, tengo que ser de otra manera, porque siendo como soy me puede venir una agresión en cualquier momento”. Y empieza a desconectarse de sí mismo y de sus necesidades y empieza a fijarse en cómo los demás quieren que sea él. Empieza a funcionar con máscaras y se dice a sí mismo: “Aquí hay que hacer esto, allí aquello, independientemente de lo que yo quiera o necesite”. Así todos nosotros hemos aprendido a representar papeles, máscaras, dependiendo de lo que se nos pedía en nuestro ambiente, unos payasos, otros policías, etc. Y lo más importante es que nos hemos desconectado de nosotros, de nuestro SER, no sabemos quiénes somos realmente. Esta desconexión lleva a una inconsciencia de quién soy realmente y así se perpetúa la enfermedad. La base de la neurosis es el miedo, la falsedad y la inconsciencia, y todos estamos neuróticos como mínimo porque vivimos en una sociedad neurótica, y tenemos la neurosis por contaminación ambiental. La enfermedad se perpetúa de generación en generación y lo único que puede cortar esa transmisión en cadena es la CONSCIENCIA, es decir, la capacidad de percatarnos y ver lo que realmente estamos haciendo con nosotros, con nuestros hijos, con las personas con las que nos relacionamos. Dependiendo de la cantidad de miedo, falsedad e inconsciencia en cada uno de nosotros, habrá un mayor o menor grado de enfermedad y en la Gestalt en lugar de hablar de enfermedad hablamos de mayor o menos grado de maduración.
Claudio Naranjo dice:” que para estar sanos, necesitamos sentirnos vistos, escuchados, valorados y apoyados”; pero ninguno de nosotros hemos recibido esto en la cantidad y calidad que necesitamos, así que todos estamos carentes de amor. Como no nos sentimos valiosos, ni amados en la cantidad y calidad que necesitamos, aprendemos a vendernos por amor y la venta consiste en darle al otro lo que quiere para que nos quiera y también empezamos a competir para ver quién consigue más amor, y el que consigue más amor y más atención es el más valioso, caemos en este error básico porque no tenemos conciencia de SER, que todos somos y no tenemos que competir por eso; porque eso es nuestro. Nadie es más que nadie, todos somos energía, por la física sabemos que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma, y nosotros somos energía divina encarnada. Todos somos igualmente valiosos, aunque cada uno con su idiosincrasia particular. ¿Y cómo conseguimos nuestra conciencia de ser? ¿Cómo la perdimos? Olvidándonos de nosotros mismos. Ahora la tenemos que encontrar volviéndonos a reconectar con nosotros mismos. ¿Y cómo vamos a hacerlo? Para volver a reconectarnos con nuestra experiencia de ser, tenemos que atrevernos a escucharnos a nosotros mismos, a oír nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros más íntimos anhelos, atrevernos a expresarlos, ponerlos en juego, escuchando lo que sentimos, escuchando lo que necesitamos y dándonos tiempo para saber lo que sentimos y necesitamos. Aprendemos a ser escuchándonos a nosotros mismos y también escuchando al otro que se interrelaciona conmigo, los otros hacen de espejos de mí mismo y con el otro aprendo también quién soy.
El miedo básico que todos tenemos es perder la vida y volvernos locos, que es lo mismo metafóricamente hablando, estar loco es estar muerto en vida, porque no soy responsable de mis actos, no soy dueño de mi comportamiento. Tenemos mucho miedo a la vulnerabilidad, a sentirnos débiles porque de pequeñitos nos sentimos así cuando los grandes que tenían que cuidarnos no nos cuidaban como lo necesitábamos y ahí sentimos que podíamos morirnos y desde ahí nos desconectamos de nosotros mismos para no soportar el dolor y dependiendo de la desconexión que tengamos habrá más o menos enfermedad de nosotros, llegando en casos extremos a la psicosis que es la Desensibilización, no siento nada. Si no me siento contenido por los grandes y lo que estoy viviendo es muy duro para mí, no lo puedo contener con mi estructura, me puedo enfermar fuertemente.
¿Cómo podemos sanar de adultos? Como empecé diciendo antes, sería escuchando qué necesitamos y darnos eso que necesitamos, y si nos damos eso que necesitamos vamos a ir ganando fuerza en nosotros mismos y confianza en nosotros mismos y en la vida, y vamos a sentirnos alegres con nosotros y en la vida, es decir, vamos a ir pasando paulatinamente del apoyo externo, que es apoyarnos en los otros, al apoyo interno, que es apoyarnos en nosotros mismos.
Según Claudio Naranjo para sanar tenemos que desarrollar nuestra parte madre, nuestra parte padre y nuestra parte hijo, que se corresponden con los tres cerebros que tenemos, con las tres funciones, con los tres amores. El cerebro más primitivo es el cerebro reptiliano que compartimos con los reptiles, es el cerebro de la supervivencia, de la energía, de la vitalidad, del instinto, del comer y ser comido, la ley de la selva, la sexualidad, es el cerebro básico de la vida. El siguiente cerebro en la escala evolutiva es el cerebro mamífero que es el que compartimos con los mamíferos, es el cerebro medio y es el emocional, en este cerebro está la necesidad de ser gregarios, de relacionarnos. Los mamíferos tienen un campo emocional muy rico por estar en grupo y hay una tercera parte de la evolución del cerebro que es el neocortex, la materia gris, que es la parte en la evolución del cerebro que ya los mamíferos no tienen, es la capacidad de abstracción, de pensar, de crear futuro, de diseñar cosas, aquí tendríamos todo lo que es la razón, y aquí Claudio Naranjo nos invita a expresar esto en la forma de la función padre, que son las normas, organizar cosas, la información, etc. La función madre es la de cuidar, la ternura, el amor, etc. Todas las funciones las tenemos todos, independientemente de ser hombres o mujeres. Son funciones del sistema neurológico nuestro, de nuestra capacidad humana. Y la función hijo es la función vital, el hijo pone anarquía porque el hijo no está en la norma, esto es un modelo tripartito de manejarnos a nivel político, como a nivel de grupo. Estas tres funciones bien ajustadas nos dan un equilibrio perfecto. Estas tres cosas se convierten en cuatro cuando las tres se armonizan y equilibran. Es el proceso de la cuatrinidad. El proceso de la cuatrinidad se trata de armonizar los tres cerebros, las tres funciones, los tres amores, dejando entrar un cuarto aspecto, este no entra a menos que los otros tres estén bien. Es como que la melodía no suena si los instrumentos no están afinados. Ahora vamos a hablar de los tres amores. Hemos aprendido a tener amor vendiéndonos. A no ser nosotros mismos. Buscamos el amor vendiéndonos, transformándonos en moneda para obtener amor. El ego se interpone entre nosotros con nuestra naturaleza amorosa intrínseca y la vida. El amor se consigue entregándose, dando. La felicidad se consigue con el acto de dar amor. El amor del hijo/a es el amor erótico, el amor freudiano, el amor instintivo, el amor filial corresponde a nuestro animal interior, a nuestra criatura de deseo, de impulso, de jugar libremente. Es un amor que busca el placer, que busca experimentar, que busca el disfrute, que busca la libertad.
El amor de la madre es el amor cristiano, amor al prójimo, a la amistad, amor como caridad, caritas, ágape en griego, que es bondad. El amor materno no es menos instintivo, y puede llegar a un radio infinito, amar al prójimo como a uno mismo. La madre provee a los deseos, es un amor benévolo que culmina en la compasión. Es dolerse del dolor del otro, hacerse cargo de la necesidad del otro. Amor donación. La madre le da al chico porque es chico, porque necesita. Es amor incondicional.
El amor paterno es un amor de discipulado en la amistad, es el reconocimiento de los valores, es el respeto y la admiración, es la devoción o adoración. Ver lo divino en el otro. Manifestación suprema del amor. Se interesa en el otro porque es grande. Te premio porque eres una persona tal y tal. También es instintivo. Es el impulso de ver al grande de la especie como modelo. Es el principio de autoridad. Es un amor condicional, ama con condiciones, te quiero si…
¿Y cómo trabaja la terapia Gestalt con todo esto? La terapia Gestalt es una terapia holística, que trabaja con los cuatro aspectos del ser humano: su parte corporal, su parte emocional, su parte intelectual y su parte trascendental. En palabras de Claudio sería trabajar con la parte niño tratando de recuperar lo instintivo, como la alegría de vivir, las ganas de experimentar, jugar, disfrutar, conocer nuevas cosas. Trabajar también con la parte emocional, que sería también la parte madre, el amor condicional a nosotros mismos hagamos lo que hagamos, con la parte intelectual, que sería la parte padre, que es el amor condicional que dice, sí te quiero si haces tal y cual y si te desarrollas en la plenitud de lo que tú eres. Y en la parte espiritual en la conexión con lo divino.
En la terapia Gestalt trabajamos sobre todo para que la persona pase del apoyo externo al autoapoyo. El autoapoyo no depende tanto de los deseos y opiniones de los demás, sino que se apoya más en sí mismo, en sus deseos y necesidades y en lo que quiere independientemente de lo que piensen los demás, aunque escuchándolos.
Cuando tenemos un conflicto con alguien es porque necesitamos desarrollar una parte nuestra que no está aún desarrollada, o también porque estemos en pelea con una parte nuestra que representa la otra persona y que no aceptamos de nosotros mismos. Todo lo que somos, todas las partes nuestras nos son útiles, lo que tenemos que ver es con quién las ponemos en juego, cuándo, cómo, dónde, etc. Estamos en conflicto con partes nuestras porque en el proceso de socialización, ciertos aspectos de nuestra forma de ser son criticados, menospreciados, castigados, etc. nos dicen por ejemplo: “cállate, hablas mucho”, o “no hablas nada”, “no te muevas tanto”, “sé amable”, “no sonrías”, “no llores”, “sé generoso”, “no seas tan sincero”, “no mires a los ojos”, “mira a los ojos”, etc. Y como nosotros tenemos necesidad de ser queridos por las personas que nos dan estos mensajes, hacemos lo que ellos nos dicen por obediencia, olvidando nuestras necesidades, o hacemos lo contrario de lo que nos dicen por rebeldía, olvidándonos igualmente de nuestras necesidades y desconectándonos de nuestro ser. Dependiendo de la severidad del ambiente donde nos desarrollemos y de las frustraciones que recibamos, así vamos a desarrollar un mayor o menos grado de patología, llegando incluso a la psicosis.
Todos necesitamos sentirnos contenidos, hasta que desarrollamos nuestra capacidad de contenernos a nosotros mismos. Ya desde nuestra concepción estamos contenidos en la placenta, y cuando nacemos también tenemos la necesidad de sentirnos contendido a nivel físico y psicológico. A nivel físico con los abrazos, y a nivel psicológico sentir que nos podemos apoyar en alguien, que alguien nos quiere, se interesa por nosotros verdaderamente, nos dedica tiempo. Si esto no existe en épocas tempranas de la vida y en la adolescencia y primera juventud donde todavía se está desarrollando el psiquismo de la persona, se puede desarrollar una psicosis. La persona psicótica, cuando se brota, no se siente contenida por nadie.
En terapia Gestalt trabajamos con las personas individualmente y en grupo. Cuando una persona va a terapia individual va buscando restaurar, reparar las heridas que ha sufrido a lo largo de su vida. Y busca sobre todo sentirse visto, escuchado, respetado, valorado y apoyado en lo que es bueno para él. En la terapia individual se trabajan las relaciones con los padres, porque en los terapeutas el paciente coloca habitualmente a sus figuras parentales.
La terapia de grupo es muy efectiva porque lo que trabaja una persona sirve de espejo y resonancia en las otras, es como si uno se pusiera en remojo y reblandeciera su resistencia viendo trabajar a los otros, y lo que trabaja el otro me sirve a mí para conocerme. El grupo funciona como una matriz que sostiene y alimenta el desarrollo de cada uno de los miembros del grupo. En el grupo se restablecen las relaciones entre los hermanos y con los padres.
La técnica estrella de la terapia Gestalt es la silla caliente o silla vacía, que consiste en poner frente a nosotros una silla o cojín vacío y ahí ponemos a la persona con la que estamos en conflicto o una parte de nosotros con la que estamos conflictuados, por ejemplo, podemos hacer un diálogo con las polaridades de la persona que están en conflicto (persona responsable-persona irresponsable, persona sumisa-persona dominante, persona tímida-`persona brabucona, etc.).
Cuando una persona llega a terapia sintiéndose mal, lo que trabajamos con ella es que tome conciencia de lo que ella hace para que las cosas le vayan como le van, y qué cosas diferentes podría hacer, es decir, trabajamos la conciencia, la presencia y la responsabilidad. Y también ponemos conciencia en los impedimentos que le imposibilitan funcionar de otra manera. Por ejemplo, en los malos tratos, la persona que soporta los malos tratos tiene un mal concepto de sí misma y una conciencia interna de que no puede salir de ahí, no ve salida.
Otra técnica fundamental de la terapia Gestalt es el trabajo con sueños. El sueño se narra en presente y primera persona como si estuviera sucediendo ahora, y se van trabajando los distintos elementos que aparecen en el sueño, identificándose la persona con cada uno de ellos y dramatizándolos. Perls decía que trabajando todos los elementos que aparecen en un sueño, esa sería toda la terapia que necesitaría una persona en su vida; pero esto no puede hacerse porque cuando se trabaja un elemento del sueño llega un momento en que la persona se siente satisfecha y ya no quiere más, igual que cuando uno come, cuando uno está satisfecho ya no quiere más comida. Y lo trabajado hace que l apersona se transforme y ya va a soñar cosas diferentes, cada vez el emergente va a ser diferente.
En terapia gestalt trabajamos con niños, familias, parejas, organismos e instituciones y trabajamos también la psicosomática de la persona, etc.
El trabajo con niños consiste en posibilitarles la expresión de lo que necesitan y proporcionarles un espacio de seguridad donde pueden sentirse escuchados, vistos, valorados, respetados y apoyados, que es lo que necesitamos para crecer sanos. Normalmente las dificultades que tiene el niño tiene que ver con algo disfuncional que hay en los ambientes donde vive el niño: familia, escuela o sociedad.
En el trabajo con familia no trabajamos conjuntamente con todos los miembros de la familia, por un lado los padres y por otro los hijos, porque respetamos los diferentes niveles en que están los padres y los hijos y que no es bueno para ninguno de los dos juntarlos. Si todos necesitan terapia, cada uno irá a un terapeuta diferente para que no haya interferencias. Crear un ambiente de intimidad y privacidad en el que la persona tenga conciencia de que ese espacio es solamente suyo y que nadie le invade ahí.
En la terapia de pareja el trabajo consiste en ver la dinámica de la relación de pareja. Cada uno de los miembros trae a la relación todo lo aprendido en sus familias de origen de generación en generación, y ahí hay que ver qué es disfuncional en la relación.
Normalmente en casi todos los problemas de pareja hay mucha competitividad, que tiene que ver con la no conciencia de ser. Cuando hay conciencia de ser no hay por qué competir, porque todos sabemos de nuestro valor, que es distinto al del otro, distinto pero no mayor o menor.
Otra cosa disfuncional es que esperamos que nuestra pareja nos dé todo aquello de lo que carecemos; es decir, que nos llene nuestros vacíos, carencias, agujeros, y ahí viene el problema. No nos hacemos responsables de nosotros mismos, de nuestro bienestar, sino que esperamos que el otro nos llene y empezamos a exigir al otro en lugar de trabajar para desarrollarnos nosotros.
Para que haya una buena relación de pareja debe haber dos personas que se apoyen en sus propios pies y ganas de construir algo bonito juntos. Hay que tener mucha conciencia de que yo quiero estar bien conmigo y bien con el otro. Y desde ahí me hago responsable de ir y trabajar hacia mi bienestar y el del otro, y vivo en el presente, valorando lo que se está dando en el momento, como una oportunidad de aprendizaje.
Cada situación que nos presenta la vida es una oportunidad de aprendizaje, Fritz Perls dijo: “aprender significa descubrir que algo es posible”.